jueves, 14 de junio de 2018

EL GERENTE DEL SIGLO XXI




EL GERENTE DEL SIGLO XXI





El referido consultor, dice que el gerente actual está obligando a pensar rápido, afrontar los cambios y evitar la obsolescencia que trae consigo internet, la globalización, tecnología, alianzas estratégicas, apertura de mercado, etc. Esta modificación de la economía mundial ha hecho crecer la competencia que exige al gerente introducir y aprovechar cambios en la forma de administrar las empresas, tales como:

1. Estructuras organizacionales más ágiles.
2. Apalancarse por medio de un excelente servicio.
3. Aprovechar las ventajas competitivas.
4. Madurez del mercado.
5. Diversificación de productos.



Prosigue el referido consultor, diciendo que el nuevo gerente debe poseer nuevos conocimientos y actitudes para afrontar los cambios, con un perfil como el siguiente:
1. Poseer los conocimientos y madurez académica para cumplir a cabalidad con todos los proyectos que se le asignen.

2. Tener habilidades en la conducción de equipos de trabajo y convertirse en un líder.
3. Ser una persona positiva, tener carácter y autoridad con su equipo; pero, además, reconocer y felicitar cuando las cosas se hacen bien.

4. Maximizar los valores éticos y morales, promover el respeto por el ser humano, complementar las acciones con el buen ejemplo, tanto en el ambiente laboral, como en el social y familiar (ser siempre la misma persona).

Para cumplir con ese nuevo rol, el nuevo gerente debe romper tres paradigmas de la gerencia basada en las viejas costumbres:

1. La administración de personal basada en el castigo, la persecución, la intolerancia y el regaño constante. Eso lo llevaría a trabajar con un equipo desmotivado que no lo apoyaría. Por el contrario, el gerente actual tiene que contagiar a sus colaboradores de entusiasmo, enseñarles a planificar y organizar eficientemente su trabajo y lograr que cada día lleguen deseosos de enfrentar los nuevos retos.

2. Dedicar demasiado tiempo a pequeños detalles, desconfiando de lo que hacen sus colaboradores. Eso le obliga a hacer el trabajo de otras personas, dejando de lado los aspectos relevantes, creando “estrés” en el equipo, duplicación de funciones y hasta dualidad de mando.

3. Dejar de correr ante lo urgente. La administración fracasa cuando lo urgente no da tiempo a lo realmente importante.

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